jueves, 8 de septiembre de 2011

Jovenes ni-ni

Nota Original 

 Radiografía de los jóvenes sin proyectos

La generación ni-ni


No trabajan ni estudian pese a que podrían hacerlo. No tienen una vocación ni pareja estable. Este nuevo fenómeno social, que preocupa a padres y especialistas, es analizado en un libro escrito por el psicólogo Alejandro Schujman. Mirá la galería de fotos.
El término se escuchó por primera vez en España. Dos años atrás, un trabajo del Instituto Nacional de Estadística reveló que en ese momento un seis por ciento de la población activa –unos 700 mil jóvenes– no estudiaba ni trabajaba. Algunos de aquellos formarán parte hoy de los miles de “indignados” que acampan en las plazas de Madrid, pero entonces se los bautizó como los “ni-ni”.

“Este grupo está formado por varones y mujeres de entre 17 y 30 años, sin proyecto de trabajo, vocacional, ni perspectivas de crecimiento personal, temerosos, indecisos, paralizados en su proceso de crecimiento, sin capacidad de tomar decisiones, instalados en el confort familiar”, explica Alejandro Schujman, psicólogo y padre de familia, autor del libro Generación ni ni (Editorial Lumen), donde da algunas claves para entender este nuevo fenómeno social que también se registra en la Argentina. Y que preocupa a muchos padres de hijos adolescentes –etapa cada vez más prolongada–, temerosos ante la indefinición de estos jóvenes.

–¿Qué define a un “ni-ni”?

–Es un joven, hombre o mujer, de entre 17 y 30 años, este último es el límite superior pero cada vez se extiende más, que está en una situación de indefinición. Lo que yo planteo es que ni-ni no es una patología, es una posición ante la vida, que tiene salida por supuesto, pero que hay trabajar en ello. Son jóvenes que se mantienen en esa posición de indefinición, de incertidumbre, de interrogante frente a un mundo adulto.

–En el libro se refiere exclusivamente a los ni-ni que pertenecen a una clase media y media alta, pero no a los jóvenes que no trabajan ni estudian que integran la marginalidad. Usted entiende que esta es ya otra problemática.

–Esa es otra historia. Los ni-ni de los que yo hablo en este libro son chicos pudientes, que tienen el andamiaje del confort en sus casas. Lo que es fundamental en este grupo es que pudiendo elegir no lo hacen.

–Usted los define como una nueva tribu urbana, ¿es solamente un fenómeno urbano?

–En las ciudades se da más claramente. En los pueblos chicos, cuando un pibe cumple 18 años, tiende a irse hacia los centros urbanos para estudiar, es difícil que se quede. La población joven en los pueblos va migrando. En las ciudades se instalan y permanecen. Por supuesto que en zonas rurales también hay chicos que se quedan y se enganchan en las actividades de los padres en el campo, muchas veces por inercia.



–La adolescencia se estira cada vez más, esto también constituye la fábrica de ni-ni.

–Tal cual. Por un lado, la entrada a la adolescencia es cada vez más temprano. Pero hay un momento en que, como si fuera un embudo, van como corriendo y se plantan en el punto en que tienen que tomar decisiones, como elegir una carrera, armar parejas. Hasta en la vida sentimental le tienen un miedo al compromiso, entonces no echan anclas en ningún lado. Hoy la adolescencia tardía se prolonga hasta los treinta y pico, cuarenta años. Tengo pacientes de treinta y largo que viven con los padres y no tienen muchos visos de resolver la cuestión.

–El libro apunta fundamentalmente a los padres como fábrica de los ni-ni.

–Sí. Desde chiquitos deben ir adquiriendo el sentido de responsabilidad y su capacidad de decisión. Son ejes fundamentales, como una cajita de herramientas que le diéramos al pibe: con esto te vas a arreglar en la vida. Si un chico puede bancarse que las cosas le salgan mal y volver a empezar, puede bancarse tomar una decisión y correr un riesgo, va abrochado también al sentido de la responsabilidad, que tiene que ver con hacerse cargo de las decisiones. Y en esto vuelvo a la enorme dificultad que tienen los padres para ponerles límites a los chicos. Muchos padres no tienen la menor idea de cómo poner limites, o se van a la cosa autoritaria de “no porque yo te lo digo” o pasan a dar todos los gustos porque “ya va a haber tiempo para que sufra de grande”. Yo lo que planteo es que el equilibrio es clave, para poner límites hay que tener un equilibrio entre la firmeza y el afecto.

–Uno de los consejos que da para los padres que tienen a un ni-ni en su casa es que se limiten a brindarle lo básico para la subsistencia: techo, comida y salud.

–La idea es que empiece a faltarle cosas a ver si se le despierta algún deseo de buscarlo afuera. Deben empezar a cortar los beneficios, la conexión a Internet, el celular, junto con ir acompañándolo para que encuentre el camino propio y obtenga estas cosas por su propio trabajo.

–¿Esta sociedad de consumo no está ayudando a generar ni-ni?

–Por supuesto. Los popes del marketing trabajan en función de eso. En el libro hablo de los padres como fábricas de los ni-ni pero hay una megafábrica que tiene que ver con el afuera. El tema es cómo contrarrestar esa cultura que viene desde los medios y del exterior con la cultura del esfuerzo.

–¿El mundo virtual ayuda a la formación del ni-ni?

–Sí, este tema de los universos virtuales ayuda a no confrontar con el mundo real. Uno puede tener miles de amigos virtuales en Internet y esto claro que atenta contra la posibilidad de construir dentro de un mundo de carne y hueso.

–¿Cómo son los ni-ni en la vida de pareja?

–Existen diversas variables de ni-ni: hay chicos que a lo mejor estudian, otros estudian y trabajan pero se mantienen ni-ni, lo que los define es la incapacidad de un proyecto propio. Y en estos chicos las parejas, en general, tienen el mismo carácter que todo el resto de su vida. Parejas indefinidas, relaciones que empiezan y terminan sin quedar en claro la existencia de un compromiso real. En general tardan mucho en ponerse de novios y muchas veces lo que hacen estos ni-ni es “compartir soledades”.


Comentario de los jóvenes ni-ni.

Este articulo sobre los jóvenes ni-ni, hace referencia a muchos jóvenes que son producto de esta sociedad” liquida”, en la cual estamos inserto. Ellos son producto de las características básicas imperantes en este momento histórico social,  el consumismo y la disolución de valores y realidades en pos de lo placentero, estético y efímero.
En la actualidad, la presencia constante “del corto plazo”, la “flexibilidad” tanto en el trabajo como en las relaciones interpersonales, la falta de compromiso, la individualidad  fundada la incertidumbre, los miedos y la falta de confianza, deben sufrirse solos.
Todos estos conceptos explicitados  por  Z. Bauman, se ven refrendados en la nota, que hacemos referencia. Son jóvenes con bajo nivel de frustración, falta de toma de decisiones respecto de sus propias vidas, llegando a no terminar su secundario para prolongar la situación de tutela de sus padres, las relaciones amorosas sin compromiso etc. Todo esto avalado por padres sorprendidos ante una realidad que los supera e incapaces de poner limites.

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